La ministra Teresa Ribera dijo que en la actualidad hay alrededor de diez veces más de proyectos (de instalaciones renovables) gestionándose, impulsándose, o anunciándose, de lo que se estima sería razonable para cumplir los objetivos en materia de energías renovables para el año 2030.
Teresa Ribera dio su total apoyo al ahorro y la eficiencia energética, al autoconsumo y las comunidades energéticas locales, y a la utilización prioritaria de espacios antrorizados para poner en marcha los proyectos de autoconsumo y comunidades, pero afirmó que solo con ello no es suficiente:
“Necesitamos algunas plantas de tamaño industrial para descarbonizar el conjunto del sistema energético, y ese desarrollo hay que hacerlo a sabiendas de que la biodiversidad española y nuestros recursos, incluidos suelos, agua, PIB, y actividades económicas son particularmente frágiles”.
Una treintena de personas expertas en las diversas materias acompañaron a la ministra en estas primeras jornadas, y de sus deliberaciones ha surgido el Decálogo de las Renovables Responsables.
Este es el decálogo para una transición energética coherente con la transición ecológica de las Renovables Responsables:
1. La transición energética es urgente ante un escenario de emergencia climática planetaria. Las energías renovables (eólica y solar, fundamentalmente)jugarán un papel importante a corto y medio
plazo, dado su grado de madurez tecnológico. S
2. La transición energética debe ser modélica en tiempo y forma. No basta un simple trasvase de fuentes energéticas fósiles a fuentes renovables. Se requiere un cambio de modelo social, territorial y económico profundo, que será posible con: investigación, planificación, regulación y diálogo. Los aspectos sociales y ambientales se deberán incorporar plenamente en la planificación de las renovables a corto y medio plazo y es crucial la investigación sobre nuevas fuentes de energía limpia y modelos de consumo alternativos y de futuro, que reduzcan drásticamente la demanda y la necesidad de incrementar la potencia instalada.
3. Una gestión política responsable deberá incluir en la discusión a todos los actores implicados y ofrecer reglas claras que puedan minimizar el impacto ambiental y maximizar el beneficio social.
4. La reflexión sobre el dónde y el cuánto es decisiva para garantizar la sostenibilidad
de la transición energética. El desarrollo de las renovables debe respetar el patrimonio natural y la biodiversidad en todas las fases de su vida útil, así como su desmantelamiento. Para ello, es esencial una planificación territorial vinculante, que garantice la exclusión de las áreas de alto valor y priorice la ocupación de espacios ya degradados.
5. La investigación sobre nuevas fuentes, modos de uso, ahorro energético y conservación de la biodiversidad es en la actualidad un campo de oportunidades abierto y de desarrollo dinámico. La evaluación continua de los avances en ciencia es esencial a corto, medio y largo plazo.
6. El proceso debe ser transparente. La sociedad civil debe conocer cómo se está organizando y planificando el despliegue de estas energías en el conjunto del territorio español, así como en qué estado de la tramitación se encuentran la totalidad de las iniciativas y qué potencia representan sobre el objetivo a cumplir establecido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021–2023. Sin transparencia el rechazo social puede frenar el ritmo de la transición energética sostenible y resiliente que la sociedad necesita.
7. La transición energética no debe dejar a nadie atrás y debe ser justa con las zonas afectadas por la descarbonización. Acabar con la pobreza energética es central.
8. La transición energética será modélica si alcanza a todo el sistema energético. Además, el proceso de planificación debe tener presente también el futuro. De ahí que, reversibilidad, flexibilidad, mejora del conocimiento y seguimiento del impacto real sean claves en todo el sistema energético.
9. La transición energética debe ir más allá de la mera producción de energía renovable. Estas tecnologías no sólo modifican los paisajes físicos y biológicos, sino también los paisajes económicos, industriales, e incluso los emocionales. Deben ser pensadas no sólo como agentes generadores de energía, sino como promotores de espacios de gestión diversos y descentralizados que pueden dar lugar a nuevas ruralidades más resilientes. Así, pueden contribuir a poner freno al proceso de despoblamiento del medio rural y promover la creación de empleo auténticamente verde y de calidad.
10. La transición energética atañe a toda la sociedad. No podemos delegarla o reducirla a las necesarias iniciativas de las empresas energéticas. La ciencia debe avanzar y la sociedad en su conjunto debe estar informada y formada del cambio de modelo energético, lo que se traducirá en una transformación de la demanda hacia modelos más sostenibles y de menor consumo. La democratización del nuevo modelo energético es la única garantía de éxito real.